miércoles, 23 de febrero de 2011

Señora alcaldesa de Lima

Yo no voté por usted, estimada señora Villarán. La verdad es que voté por Lourdes. Pero ahora que está ahí ocupando la silla del alcalde de Lima, como todo buen ciudadano, he decidido apoyarla en su gestión ya me parece que es la única manera en que podemos avanzar en una forma decente.

Me permito felicitarla por su decisión de quitar los carteles y cartelones circenses correspondientes a las elecciones presidenciales y parlamentarias. Como usted ya se habrá enterado, el día de ayer tres congresistas (dos caballeros y una dama) de los más ilustrados y decentes, al menos en mi forma de ver, cayeron en la trampa de hacer el reclamo porque les estaban "quitando" sus carteles. Además la responsabilizaban a usted de este hecho.

Desde esta tribuna, reciba usted todo mi apoyo y el apoyo que siento que deben recibir los ciudadanos limeños que quieren una Lima descontaminada, limpia y segura. No ceda, señora alcaldesa. Así la amenacen con todos los juicios habidos y por haber. No ceda usted porque las autoridades tienen que ser fuertes y firmes cuando se trata de llevar a cabo un trabajo para mejorar el lugar donde vivimos todos. No ceda ante las amenazas. No ceda ante los insultos. No ceda ante las presiones. No ceda ante las bravuconadas ni ante la matonería.

Prosiga usted con su trabajo. Siga retirando los carteles que no cumplan con las normas, no solamente por el hecho del incumplimento, sino porque contaminan el ambiente y hacen imposible la convivencia vecinal.

Tenga usted buenos días,

lunes, 21 de febrero de 2011

¿HACIA DÓNDE VAMOS?

Primer caso
El otro día, un grupo de las tantas minorías que hay en el Perú no tuvo mejor idea que ir a protestar a la Plaza Mayor de Lima, específicamente, al atrio de la Catedral. A raíz de una norma que, según ellos, les afectaba en uno de sus principales derechos: el de la libertad individual. Derecho que parece que siempre se confunde con "derecho a hacer lo que me da la gana".

Mientras tanto, los manifestantes ignoraban completamente la disposición que prohíbe actos de esta naturaleza en la Plaza Mayor. Además, en un acto provocativo, sin respetar el derecho que tienen los demás a la libertad de culto, escogieron el atrio de la Catedral para librar su batalla. Esto no lo digo por la naturaleza de la religión que profesan los que acuden a orar a la Catedral, sino porque es un lugar de culto. Mi posición sería exactamente la misma si estos actos hubieran ocurrido frente a una mezquita, una sinagoga o una pagoda. El hecho es que esta minoría, sin importarle un pepino, violó la tranquilidad de un recinto que para algunos está lleno de santidad.

Se armó una trifulca con la policía cuyo resultado fue varios contusos de ambos lados. Claro, los de la poli, a mi parecer, estuvieron exageradísimos, golpeando a diestra y siniestra a quienes se encontraban dizque "defendiendo sus derechos". Y yo digo, de pasada, atropellando los derechos de otros.

Así están las cosas por acá.

Segundo caso
Los medios se han convertido en la peor muestra de basura en su intento de vender más, usando titulares, fotografías, dibujos francamente nauseabundos. Esto vale tanto para la prensa escrita como para la de televisión. Sin ningún tipo de excepción, estos medios se han convertido en exhibidores de asesinatos, violaciones, idioteces que dicen unos políticos, idioteces que dicen otros políticos sobre las otras idioteces que dijeron esos "unos políticos", sin dejar de lado un surtido de malas noticias, algunas con contenido casi pornográfico.

Hasta el diario que se consideraba el más serio ha caído en este juego. Y con unas faltas de ortografía tan espantosas que amerita que el corrector regrese a primaria para aprender a escribir correctamente.

Así están las cosas por acá.

Tercer caso
Ahora que se acercan las elecciones, tanto presidenciales como parlamentarias, Lima se ha convertido en un pandemonio de cartelones inmensos. Imagino que lo mismo pasa en las ciudades del interior de nuestro país. Estos han provocado una contaminación visual atroz. Los enormes carteles están pegados unos a otros, tanto que entre ellos se tapan. Además, aquellos que postulan, en su afán de ser ser elegidos, ni siquiera son capaces de darse cuenta de su torpeza al pensar que el elector va a recordar, entre esa sopa de carteles, un número y un símbolo al momento de votar.

Me pregunto ¿cuánto cuesta cada cartel? ¿De dónde sacarán la plata? Y más importante, ¿cómo piensan recuperar esta "inversión"?

A propósito, ¿saben ustedes que en el Perú no hay requisitos importantes para ser congresista? Para ser congresista solamente se requiere ser peruano de nacimiento y tener más de 25 años de edad. Mientras que para llegar a ser juez, fiscal, maestro y para integrar cualquier instituto armado y policial los exámenes tiene preguntas rebuscadísimas que ni el más destacado intelectual podría responder.

Así están las cosas por acá.